Abrazar la incertidumbre para innovar

¿Cómo se vive en un terreno movedizo, pantanoso, que no pinta bien y del que nadie habla nada positivo?

¿Cuánto nos es posible resistir en entornos cambiantes, restrictivos e inciertos?

¿Cuándo terminará “todo esto” y podremos volver a retomar nuestras vidas, negocios, proyectos y rutinas?

Preguntas que muchos y muchas se hacen a diario. Preguntas sin respuesta definitiva.

Ahora, en este preciso instante en que lees estas líneas, el mundo sigue transformándose y requiere que tú también te transformes y tomes acción. El desafío es aceptar que el cambio permanente ya no es una frase en un texto, sino que es la realidad que hoy es parte de nuestro diario vivir.

La palabra incertidumbre está compuesta por el prefijo «in», prefijo de negación, y «certidumbre», que deriva del latín «certitudinis». Este último vocablo refiere a algo que es cierto, que es verdadero, que no se pone en duda. Certidumbre, sustantivo de género femenino, deriva además de la palabra certeza. Y según el Diccionario de la Real Academia Española, certeza es el «conocimiento claro y seguro de algo». Por eso, en principio incertidumbre indica lo contrario, es decir, algo que podría cuestionarse ya que no necesariamente es efectivamente cierto o verdadero.

En general, todo estado de duda puede denominarse como incertidumbre. Se trata de ciertos momentos en los que es imposible predecir el futuro porque falta información fundamental o porque no se tiene la confianza suficiente para hacer una afirmación específica. No se pueden hacer pronósticos, no se puede terminar de tomar una decisión, no se sabe qué está pasando o qué pasará luego.

¿Cómo seguimos, entonces?

Aceptar que vivir en entornos inciertos es nuestra “nueva normalidad”. Partamos por aceptar lo que esto nos produce: molestia, enojo, tristeza, dolor, sensación de pérdida, inestabilidad, confusión, desesperanza, frustración, miedo.

Luego volver a quedar en pausa y permitir que emerjan con fuerza las oportunidades. Aunque parezca imposible, sí hay posibilidades. El nuevo mundo necesita personas, profesionales, líderes y marcas que nos ayuden a mirar este nuevo escenario y saber cómo movernos, comprender, sentir y relacionarnos en esta “nueva normalidad”.

Otro aspecto relevante es dedicar tiempo para trabajar la propia transformación, y posteriormente impactar en nuestro entorno: familia, empresa, organización, comunidad. Esto significa mirar hacia adentro, revisarse, identificar ese mindset que nos tiene aprisionados, soltar lo que haya que soltar, incorporar nuevos hábitos, crear nuevas frases de poder, traer los talentos que posee cada uno y tenerlos disponibles, aprender nuevas habilidades, estar abiertos.

Este es el mejor momento para tomar conciencia y reflexionar sobre lo que hemos estado haciendo y lo que seguiremos haciendo en el futuro inmediato.

Ahora, una tarea

Te invitamos a que hagas este ejercicio y anotes tus respuestas, ya sea en un cuaderno o en tu computadora:

– ¿En qué y en quienes invertiremos nuestro tiempo?

– ¿Cómo será nuestra forma de liderazgo en el mundo digital?

– ¿Cómo viviremos nuestras relaciones para que se vuelvan cada vez más virtuosas y significativas?

– ¿Cuál es el propósito que nos guía en lo personal y cómo se vincula con el propósito de mi marca?

– ¿Cuál es el aporte de mi trabajo y de mi marca a esta nueva realidad que comienza a asomarse?

– ¿Qué es lo que yo puedo aportar hoy?

– ¿En qué puedo tomar acción ahora?

Con este material ya se puede comenzar a mejorar, a crear, a innovar desde el lugar en el que te encuentres. Si diriges una empresa u organización, es el tiempo de atreverse y tomar riesgos, comenzar con ese proyecto guardado en el cajón del algún día, abrir nuevos modelos de monetización, pasarse a los negocios online, crear un nuevo servicio, soñar con productos del futuro. Si lideras a otros es el momento de ponerlos al centro, escucharlos, abrir espacios de aprendizaje conjunto, guiarlos para que se conecten con su mayor potencial, brindar una mano a quienes más lo necesitan.

Hoy más que nunca necesitamos contagiarnos de una mirada de innovación, que navegue en las aguas de una realidad incierta, que conecte a las personas con otras personas, que aporte mensajes que activen la esperanza y la inspiración, la ética y la búsqueda de un bienestar común como sociedad.